Mirad, yo me vais a perdonar pero esta entrada va a ser para desahogarme. Traduzco: que va a ser bastante inútil para vosotros, pero espero que útil para mí.
El domingo fue mi primera despedida y dejad que os diga que lo llevo fatal. Fatal de los fatales. Yo pensé que no iba a sentarme así de mal, pero sí. Cuando di un abrazo a mi amigo (el segundo que lo doy en todos estos años y el primero fue porque iba alcoholizada y me puse muy pesada) creo que fui consciente por primera vez que era mi último abrazo a esa persona en un montón de tiempo. Y que si quiero abrazarlo o darle una colleja o lo que sea dentro de un mes, ya no voy a poder. Y me siento un poco hundida en la miseria. Visto desde fuera fue un momento muy dulce y tierno, pero desde dentro pensé "esto no me gusta una mierda". Y hoy no ha ido mejor, que he tenido otras dos despedidas de más gente indispensable para mí. Y aunque a una de estas personas la voy a ver allí en septiembre unos días, se me hace igual de duro.

Os voy a echar mucho de menos a todos, pero será de una forma distinta, en un momento
distinto y en un contexto distinto.
Dejar a la familia, a los amigos que son ya familia, las bromas, los olores, los lugares, los abrazos y las charlas interminables. Y al nuevo, como diría otra gran amiga. Que yo me pillo muy rápido y me despillo igual de rápido, pero tengo que admitir que contigo estoy jodida. No me esperaba que me gustases de esta forma, la verdad. Ahora que no me lees confesaré que has sido la única persona que me ha hecho dudar sobre mi plan de irme. Es más, consideré seriamente quedarme en Madrid. Y no me voy porque no sienta lo suficiente por ti, si no porque me conozco y jamás me lo perdonaría si no intento siquiera esta gran aventura. Pero ojalá hubiese podido darte mucho, mucho más tiempo. A ti también te voy a echar mucho de menos. Con la intensidad de las nuevas ilusiones, de las sonrisas fáciles, de las piernas que tiemblan. A ti, que eres la primera vez que alguien me cala hondo de una forma adulta y profunda, te voy a echar profundamente de menos. No te lo diré, como tampoco te diré todo lo anterior, pero ojalá vengas a verme. Ojalá te quedes.
Pero os digo, son emociones encontradas. Hay una parte de mí que está completamente eufórica porque solo queden 13 días para irme. Es la euforia de las nuevas aventuras, de la emoción, del aprender, explorar y descubrir. De ver cosas que jamás he visto, olores, ruidos y sobre todo personas. Gente que me hará cambiar, madurar, reír y llorar. Gente que me ayudará a conocerme o a desconocerme. Gente que, seguro, será muy importante en este nuevo episodio. Estoy deseando conoceros a todos. No os hacéis una idea de las ganas que tengo de conocer a los nuevos imprescindibles. Y, quizás, como leí una vez "estoy deseando conocer a mi próximo ex". Porque quién sabe. Quizás haya nuevos amores verdaderos de esos que solo me duran dos fines de semana. Quizás conozca al amor de mi vida. Quizás no.
Pero si hay algo que de verdad, de verdad, estoy deseando es volver a enamorarme de mí. Es lo más grande. Ya me pasó viviendo en Inglaterra. El viajar, de alguna forma, siempre me ayuda a conocerme más y, cuando me dí la oportunidad de ser todo lo que siempre quise, me quise profundamente. Me acepté y me quise, y eso me hizo automáticamente mucho más feliz. No voy a hablar del momento en que perdí eso de nuevo (quizás al volver a las rutinas, los horarios estresantes, los atascos y la hipocresía), pero estoy deseando volver a encontrarme en un escaparate de Nueva York. Mirar de reojo, sonreírme y decir "así que ahí es donde estabas, ¿eh?".
Así que así estoy, con un millón de lágrimas por mis "hasta pronto" y otras mil sonrisas preparadas para el futuro. Soy un poco bipolar, no sé. Estoy en una fase delicada, entre la depresión y algo más... no sé, algo muy de unicornios y arco iris.
¿Soy la única?
Si me queréis recomendar un psicólogo no hay problema, lo aceptaré. Si no, una sonrisa sincera y un paseo también me valen cuando nos conozcamos :)